Los orígenes del guilloché se remontan al siglo XVI, cuando artistas italianos observaron motivos similares en decoraciones arquitectónicas. Se cree que el propio término "guilloché" deriva de la palabra francesa "guillocher", que significa grabar o tallar patrones intrincados. Aunque su inventor exacto sigue siendo incierto, algunos relatos atribuyen el desarrollo de las máquinas de torneado a un ingeniero francés llamado Guillot a finales del siglo XVIII, que supuestamente inventó una herramienta accionada por pedal para grabar curvas entrelazadas.
En el ámbito de la relojería, el guilloché adquirió importancia a finales del siglo XVIII, sobre todo gracias a los trabajos de Abraham-Louis Breguet. Breguet utilizó esta técnica para embellecer las esferas y cajas de los relojes, mejorando tanto su atractivo estético como su legibilidad. Su aplicación del guilloché sentó un precedente y lo convirtió en un sello distintivo de los relojes de lujo. Más allá de la relojería, el guilloché encontró aplicaciones en diversos ámbitos como:
Joyería y artes decorativas : Los artesanos empleaban el guilloché para adornar joyeros, bandejas y otros objetos decorativos, a menudo combinándolo con esmalte translúcido para acentuar los motivos grabados.